Edwin Cacacho llega a las 5:30 de la mañana todos los días a la esquina de la 6ta calle de la avenida Reforma. Viste un delantal, una corbata y una gorra, todas de color rojo. Su rostro y una amplia sonrisa le da los buenos días a cientos de guatemaltecos que cada mañana le buscan para comprar sus sándwiches para el desayuno.
Cacacho se levanta todos los días a las dos de la mañana para hacer los “panotes”, su producto estrella. Su originalidad y calidad yace en que todo es idea de Cacacho, desde el pan hasta el relleno de cada uno de los sabores que ofrece.
En los últimos días se ha viralizado en Facebook una imagen donde se le ve en su rutina tradicional. No obstante, más allá de su producto, los internautas han destacado otro aspecto de su negocio: el contagioso positivismo con el que sirve los desayunos.
“Siempre tratamos la manera de tratar a todos los clientes cordialmente”, dice entre risas cuando se le pregunta sobre el ánimo que mantiene mientras atiende. Tiene experiencia en el negocio de la comida y dos años como vendedor ambulante.
Negocio familiar
En otro rincón de la ciudad, a un costado de la Iglesia de El Calvario en la zona 1 capitalina, una voz con acento argentino destaca entre los vendedores. Sus gritos anuncian “Panotes de 30 centímetros, bien limpios, bien rellenos”. Se trata de María Zarco de Cacacho, la esposa de Edwin.
Nació en Argentina, pero vive en Guatemala desde hace mucho años. Al igual que su marido, saluda a sus clientes, los llama por su nombre y sonríe cuando entrega cada pan.
Ambos sacan a sus dos hijos adelante con la venta de los panes, en un país con oportunidades limitadas, esta feliz pareja logra obtener los ingresos necesarios y al mismo tiempo alegrar la mañana de cientoss de guatemaltecos. Eso sí, un pan a la vez.