"Aquí estoy bien", son las palabras de Anderson, un niño de cinco años que asegura que es mejor vivir en un albergue con dos salas, sin puertas, compartiendo camas y espacio en la Casa del Niño Migrante "Todo por ellos" en Tapachula, México, que permanecer en su natal Honduras.
Anderson huyó de San Pedro Sula junto a su madre y sus dos hermanos, uno de siete años y otro de diez, buscando un lugar donde los pandilleros no los maten.
La historia de Anderson es similar a la de muchos niños que se encuentran en la ruta de los migrantes que cruzan la frontera de México con la esperanza de llegar a Estados Unidos o de conseguir un lugar en el camino para sentirse seguros. Muchos de estos pequeños han visto episodios escalofriantes de violencia y los narran con la naturalidad que no solo la inocencia propia de su edad, sino la costumbre.
No existe una cifra oficial que revele cuántos niños centroamericanos llegan a México huyendo desde sus países pero en los primeros cinco meses de este año, el Instituto Nacional de Migración de México informó que retuvo a 8 mil niños, de los cuales 7 mil 814 provienen de Centroamérica. Según los registros de la autoridad migratoria mexicana, más de la mitad de estos (4 mil 241) provienen de Honduras. Le siguen en cantidad los niños de Guatemala (2 mil 123) y los salvadoreños (1 mil 250). En los Estados Unidos, la Patrulla Fronteriza ha capturado a más de 52 mil menores desde octubre de 2013.
La razón que los niños y sus madres repiten una y otra vez para explicar su decisión de migrar es que huyen de las pandillas y la delincuencia. Ello pese a que si bien Centroamérica es una de las regiones más violentas del mundo, en los últimos años las estadísticas de violencia han mostrado una tendencia a la baja en los tres países involucrados (salvo en el caso del Salvador, donde se ha visto un ligero repunte). El investigador Carlos Mendoza, de Central American Business Intelligence, quien se ha dedicado a monitorear las cifras de violencia homicida en la región, ha apuntado además que algunas de las regiones de donde provienen los niños migrantes no son necesariamente las más violentas de sus países de origen.
En el albergue juntos a los tres hermanos hondureños hay otros dos pequeños, Alesandra de 4 años y David de 2. Ellos también llegaron junto a sus papás desde Yoro, Honduras.
Los cinco niños han solicitado asilo político en México antes de atreverse a buscar un mejor futuro en Estados Unidos. Alesandra y David no lo consiguieron. Por ahora sus papás salen cada mañana a trabajar mientras los pequeños pasan todo el día en el albergue.
La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados ha solicitado que los niños migrantes sean tratados como refugiados ya que la mayoría de ellos están huyendo por la violencia en sus países de origen. Por ahora, según el canciller guatemalteco Fernando Carrera, esta solicitud ni siquiera ha sido tratada en las mesas de negociación trilateral establecidas sobre el tema.
