Originario de la aldea San José Las Flores, Chiantla, Gilberto Francisco Ramos, de 14 años, encontró la muerte en el desierto de Texas cuando intentaba alcanzar el sueño americano.
Su viaje tenía, desde el principio, un objetivo muy claro. Lograr un trabajo para poder ayudar a su familia, y especialmente a su madre enferma. Doña Cipriana Juárez, de 46 años, asegura que "Panchito", como cariñosamente lo llamaban, la quería demasiado y quería llegar a los Estados Unidos para poderla curar, pues desde hace 8 años sufre de ataques epilépticos y ha perdido la movilidad de sus piernas.
“Estoy muy triste, siempre le estuve diciendo que no se fuera, pero él me decía que cuando estuviera allá me mandaría dinero para mi medicina. Si yo no comía, él tampoco lo hacía cuando estaba conmigo. Así era mi hijo” expresa Juárez.
Su padre, Francisco Ramos, asegura que él tampoco quería que emprendiera este viaje, pero ante la insistencia del menor decidió apoyarlo y pedir un préstamo para pagar al coyote y que, de esta forma, pudiera encontrarse en Chicago con su hermano mayor, Esvin Ramos, de 25 años.
Inicialmente, relata el progenitor, pagaron Q15 mil a un señor identificado únicamente como Zacarías, de San Pedro Soloma, y el 17 de mayo el niño emprendió camino hacia el norte.
"El coyote me llamó cuando iban en camino y me pidió Q5, 000.00 más, yo se los deposite, luego de pagar tuve la última comunicación con mi hijo, quien me dijo que iban bien, y que ese día iban a entrar al desierto” explica Ramos. Luego de eso ya no supo más de él hasta que las autoridades confirmaron su muerte.
Este fallecimiento se suma ahora al de la segunda hija de la pareja, Reina. Con sumo dolor, los esposos explican que con Esvin en Estados Unidos, ya solo les queda Aroldo, de 8 años, quien ha tenido que dejar de estudiar por no contar con suficientes recursos para ello, así como su nieta Marleny, hija de su primogénito.
Con información de Ronald López.
