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Morir en un hospital del IGSS, a los 19 años

  • Por Soy502
02 de junio de 2014, 01:24
Melanie López murió en el Hospital General de Enfermedades del IGSS. Es probable que su muerte se hubiera podido evitar, al igual que la de muchas personas que fallecen en ese establecimiento debido a las carencias que enfrenta la institución. (Foto: Archivo Nuestro Diario).

Melanie López murió en el Hospital General de Enfermedades del IGSS. Es probable que su muerte se hubiera podido evitar, al igual que la de muchas personas que fallecen en ese establecimiento debido a las carencias que enfrenta la institución. (Foto: Archivo Nuestro Diario).

Supe de ella por una publicación en Facebook. Una amiga pedía que rezáramos por ella porque estaba enferma, internada en el Hospital General de Enfermedades del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS).

Mentalmente, dije una oración por ella. En la foto llevaba una blusa rosa. Se le veía sonriente y chapuda, sana y feliz, como se debe ser a los 19 años, abrazada a un perrito envuelto en una cobija.

Se llamaba Melanie López era ex alumna del Colegio Julio Verne y su estancia en ese hospital del IGSS coincidió con una investigación periodística que el equipo de Soy502 emprendió en ese establecimiento y que publicaremos en breve.

Tenía 19 años y llegó enferma al Hospital General de Enfermedades del Seguro Social pero no la atendieron. (Foto: Facebook).
Tenía 19 años y llegó enferma al Hospital General de Enfermedades del Seguro Social pero no la atendieron. (Foto: Facebook).

Melanie pasó sus últimos días en la cama 191 de ese hospital, conectada a un respirador.  Ayer en la tarde me llamaron para avisarme que había fallecido y la noticia de su muerte me abrumó, no sólo porque nunca debió ocurrir, sino porque no es la única.

Como Melanie, decenas de personas llegan a morirse a ese hospital cuando debería ser posible salvarlas, porque en condiciones normales, el sistema debería contar con los recursos para devolverles la salud, en vez de abandonarlas a su suerte.

Melanie pasó poco más de una semana en el Hospital General de Enfermedades del IGSS. Cayó en un coma del que ya nunca despertó.
Dina Fernández
, columnista

Melanie se empezó a sentir mal el martes 20 de mayo.  Le dolía la cabeza y se tomó un Panadol. Como el dolor persistía, insoportable, decidió acudir al IGSS. En la cola de la emergencia, la joven se puso mal: apenas podía mantenerse en pie.  Su novio se acercó a una enfermera para suplicarle que la ingresaran. Le indicaron que no se podía, que debían esperar su turno.

Convencidos de que no recibirían la atención necesaria, decidieron acudir a un hospital privado, a donde Melanie llegó desmayada. En la emergencia, le pusieron suero y analgésico, antes de mandarla de regreso a su casa.

En la madrugada del miércoles, el cuadro empeoró. La chica comenzó a convulsionar.  La llevaron entonces a un hospital público donde la atendieron y la trasladaron al IGSS, ya en estado crítico. Ahí estuvo poco más de una semana en coma, sumida en un sueño del que nunca despertó.

Se le atendió, sí, pero a destiempo y no como ella lo merecía, como cotizante del IGSS.  ¿Habría muerto Melanie si la hubieran atendido cuando llegó a la emergencia la primera vez en lugar de dejarla en la fila? No lo podemos saber.

Melanie López, de 19 años, tenía frente a sí un horizonte lleno de posibilidades. (Foto: Facebook).
Melanie López, de 19 años, tenía frente a sí un horizonte lleno de posibilidades. (Foto: Facebook).

Lo que sí es seguro es que aunque la hubieran ingresado, el hospital carecía de los recursos para diagnosticarla y brindarle los cuidados requeridos. Lo más probable es que Melanie hubiera pasado largas horas sentada en el suelo o recostada en una banca en algún corredor de la emergencia --una escena demasiado común en ese lugar--, mientras se desocupaba alguna cama a donde pudieran enviarla.

El hospital del IGSS de la zona 9 acusa una serie de deficiencias graves.  La principal es que no tienen camas para atender a la avalancha de pacientes que reciben de todo el país; les faltan suministros elementales como jabón, antibiótico, analgésicos o suturas; los materiales descartables de terapia respiratoria no se usan de acuerdo a las indicaciones del fabricante, sino que se lavan y se esterilizan y se vuelven a usar hasta que se destruyen; casi todos los monitores de signos vitales están averiados; de los nueve quirófanos disponibles, dos se encuentran fuera de servicio.

A ello agreguen que los pacientes están expuestos al riesgo constante de infecciones nosocomiales y el hospital no cuenta siquiera con un especialista para identificarlas, menos aún para mantenerlas a raya.

Bajo esas condiciones deplorables, no resulta extraño que Melanie haya muerto en el Hospital General de Enfermedades del IGSS. Para su familia sólo queda pedir consuelo, pero Dios nos guarde a nosotros, la ciudadanía activa, de resignarnos a esa situación. Dios nos guarde de bajar los brazos y guardar silencio. Dios nos guarde de creer que es aceptable que una jovencita de 19 años murió ahí, en la cama 191, cuando debió vivir para ver días mejores y el sistema debió agotar todas las posibilidades para proteger la promesa de su vida.

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