En casi 50 años de carrera, David Bowie, "el hombre que cayó sobre La Tierra", ofreció al mundo una mirada singular, con álbumes que se volvieron leyenda. Estos son los diez discos que marcaron una trayectoria rutilante.
- "The Man Who Sold the World" (1970): Tras "Space Oddity" (1967), que contenía la mítica canción homónima en la que "La Tierra llamaba al mayor Tom" y que estrenó su relación con Tony Visconti como productor, Bowie lanza este álbum, considerado como el origen del glam-rock.
- "Hunky Dory" (1971): Aunque solo fuese por la excelente "Life on Mars", habría que reivindicar este disco que ensalza a Andy Warhol, Bob Dylan y Lou Reed y que el propio Bowie valoraba como uno de los más importantes de su carrera. "Voy a ser enorme", pronosticaba el músico en una entrevista de la época.
- "The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars" (1972): El trabajo que lo convirtió en una estrella global y en el que apuntaló sus grandes señas de identidad musicales y escenográficas, con toques de ciencia ficción, fue un torbellino en el que se permitió divagar sobre política, consumo de drogas y exploración sexual.
- "Aladdin Sane" (1973): Su mirada se posa en EE.UU. y el fruto de su gira por aquel país. Ziggy Stardust desemboca en las canciones de este disco, el primero concebido como una gran estrella y su primer número 1 en ventas en Reino Unido. Basta decir que es el álbum de la icónica portada del rayo cruzándole el rostro.
- "Station to Station" (1976): Hasta 1975 no cosechó su primer sencillo número 1 en EE.UU., "Fame", incluido en "Young Americans". Bowie estaba entonces sumido en una debacle mental por su adicción a los estupefacientes. Con él creó al adusto "Duque blanco" y marcó la transición del soul al robótico.
- Trilogía de Berlín ("Low" (1977), "Heroes" (1977) y Lodger (1979): De su colaboración con Brian Eno -no como productor- surgieron estos tres álbumes compuestos y en parte grabados en la zona oeste de la ciudad alemana. Son tres de sus álbumes más influyentes, sobre todo para la forja del new wave, el post-punk y la música industrial.
- "Let's Dance" (1983): "Quiero un hit", dijo Bowie cuando contrató a Nile Rodgers como productor. Dicho y hecho. Como ya había hecho con el previo "Scary Monsters (And Super Creeps)" (1980), abandonó el carácter experimental de la trilogía berlinesa por un estilo más abierto, desenfadado y bailable. ¿El resultado? Su álbum más vendido, con 7 millones de copias despachadas en todo el mundo.
- "The next day" (2013): Las no tan acertadas décadas (creativamente hablando) de los 80 y 90 culminaron con el excelente "Reality" (2003), pero Bowie dejó pasar 10 años antes de sorprender de la noche a la mañana con este disco que estuvo nominado al Mercury Prize y que sin ser especialmente innovador, ofrecía sólidas composiciones sobre la edad y el amor.
Hac unos días el artista había lanzado el sencillo "Lazarus".
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