Muchos migrantes centroamericanos realizan buena parte del trayecto hacia los Estados Unidos sentados sobre los vagones de un tren de carga que llaman La Bestia, por los peligros que entraña viajar en él. El primer punto en la ruta del tren se encuentra en Arriaga, Chiapas. Desde ahí hacen falta más de 12 paradas para llegar al norte de México en Ciudad Juárez, Tijuana, Mexicali o Nogales, dependiendo de la ruta elegida. La odisea puede tomar varias semanas.
Es en Arriaga donde los migrantes observan por primera vez los vagones con púas que deberán aprender a subir y bajar mientras el tren se encuentra en movimiento, una riesgosa operación que ha cobrado la vida de muchos migrantes y a otros los ha dejado mutilados.
La Bestia no se detiene en Arriaga todos los días ni llega a la misma hora, pero cuando se está acercando los migrantes dispuestos a seguir el recorrido se agrupan a lo largo de las vías del tren para esperarlo.
Su siguiente parada será Ixtepec, Oaxaca, después de un recorrido de más de 16 horas sentados sobre el techo de los vagones de la máquina, durante los cuales a menudo no comen ni duermen, por temor a resbalar y caerse.
Se descarrila La Bestia
Hace una semana, el miércoles 9 de julio de 2014, La Bestia tuvo un accidente común en este trayecto: se descarriló con miles de migrantes a bordo. No hubo víctimas. Unos decidieron esperar que repararan las vías mientras otros mejor continuaron el camino a pie. Doce horas después de la salida del tren de Arriaga, se les podía observar andando sobre las vías del tren, muy lejos de cualquier poblado.
Al ver que se acercaba un automóvil, los migrantes corrían a aproximarse con la poca energía que les quedaba: llevaban ocho horas caminando bajo el sol y necesitaban agua y comida.
Eran grupos de migrantes centroamericanos. Algunos guatemaltecos viajaban con niños que tenían entre 6 meses y 12 años y otros salvadoreños que llevaban en brazos a un bebé de 5 meses.
La temperatura era superior a los 35 grados centigrados y la mayoría de ellos no había comido nada desde la noche anterior cuando subieron por primera vez a La Bestia.
Cada vez que los migrantes abordan el tren para llegar al norte de México además de enfrentarse a extorsiones, secuestros o asaltos, padecen los riesgos del tren, que puede descarrilarse o volcar sobre la vía, aplastando a los migrantes.