El principal sospechoso de la muerte de Cristina Siekavizza, Roberto Barreda de León, tenía por abogado a un señor, Rodolfo Lázaro Padilla, que hoy está preso también, acusado de pertenecer a una peligrosa banda de estafadores, el grupo "Topacio", que se dedicaba a robar inmuebles haciendo marufias en el Registro de la Propiedad.
Hoy estos dos hombres, Barreda de León y Lázaro Padilla, son presos VIP. El primero espera juicio en el sector 12 del Centro Preventivo de la zona 18, junto a otros reos privilegiados, y el otro logró que lo mandaran al Hospital de la Policía Nacional Civil, en tanto aclara su situación.
Lo de Barreda ya se veía venir. Desde que lo trajeron de México, el primer juez que lo indagó tuvo la deferencia de enviarlo a guardar prisión al Cuartel Militar del Mariscal Zavala, como si se tratara de un principito que no puede mezclarse con la chusma. No importó que Barreda de León fuera el prófugo más buscado del país: había que tratarlo con algodones, a pesar de que se cree que molió a su esposa a golpes, porque ¡pobre el señorito!, cómo lo iban a poner con otros rufianes que destazan personas, no sólo mujeres.
Por fortuna, por órdenes superiores del Ministerio de Gobernación no se concretó esa aberración y Barreda fue a dar con sus huesos a una celda unipersonal del Preventivo donde pasó casi todo el mes de noviembre. Pero como obviamente las autoridades judiciales no lo pueden ver sufrir sin acordarse de quién es su mamaíta, ahora lo pasaron al sector VIP del Preventivo, para que no nos quepa duda de que los hijos de magistrados tienen asegurado un trato especial si hacen carrera en el hampa.
Aquí cabe destacar que Barreda de León no es el único vástago de magistrado que está en problemas por haber demostrado vocación para criminal. En tribunales también se está desarrollando un proceso en contra de César Barrientos Aguirre, hijo del magistrado en funciones y expresidente de la Cámara Penal de la Corte Suprema de Justicia, César Barrientos Pellecer. Este otro junior de magistrado fue acusado de pertenecer a una red que prostituía menores y fue recluido en el Cuartel de Matamoros (cuando todo el resto de sus colegas fueron a cárceles ordinarias).
En cuanto a Lázaro Padilla, el abogado de Barreda de León, desde el principio dio mala espina. Cuando lo acababan de nombrar defensor en el caso Siekavizza, con el equipo de Soy502 averiguamos que estaba suspendido como notario.
Hablamos con el Colegio de Abogados y el Tribunal de Honor, y nos aseguraron que no había quejas ni denuncias en su contra, que seguro la inhabilitación se debía a faltas administrativas en el Archivo de Protocolos.
Ajá. Ahora vemos que las autoridades sí tenían el ojo puesto encima de Lázaro Padilla desde el año 2009. Y no es para menos, pues la Fiscalía lo acusa de un rosario de graves delitos: legalización y uso de documentos falsos, falsedad ideológica, asociación ilícita, lavado de dinero y estafa.
Que el abogado de Barreda de León resulte ser semejante joya perjudica a la defensa: la captura confirma aquello de que Dios los hace y el Diablo los junta. Pero lo peor del caso es que en menos de 48 horas Lázaro Padilla también se transformó en preso VIP. Hoy, en vez encontrarse recluido en la zona 18 está mullidamente refugiado entre las sábanas del Hospital de la PNC.
Este tipo de privilegios no hacen más que profundizar la certeza de que nuestro sistema se mueve apalancado por el tráfico de influencias.
Tal parece que el poder de doña Beatriz Ofelia de León, madre de Barreda y ex presidenta de la Corte Suprema de Justicia, todavía puede obrar este tipo de milagros, para que sus protegidos gocen de condiciones especiales.
Uno de los principios elementales de la justicia es que las normas deben aplicarse a todos por igual. Faltar a esa condición elemental es una burla para todos los guatemaltecos que no tenemos “mami” con toga en la Corte Suprema de Justicia.
