Lo que no se podía esperar el papa Francisco en el avión que le lleva a La Habana y después a Ciudad de México es que un periodista mexicano se arrodillase y le limpiase los zapatos.
Se llama Noel Díaz, y es el fundador de la radiotelevisión católica "El Sembrador", con sede en Los Ángeles (EE.UU.) y que vuela junto a los otros 75 periodistas, fotógrafos y teleoperadores que viajan en el avión con el Papa para su visita a México.
Su historia fue la más comentada durante las 12 horas de vuelo.
Su intención era la de regalar al papa una caja con los utensilios para limpiar los zapatos, recuerdos de una niñez en un barrio de Tijuana, pero alguien le animó a contar a Francisco su historia.
El papa Francisco acudió a la parte trasera del avión, donde se encuentran los periodistas, tras el desayuno, y tras un mensaje breve en el que explicó que el viaje será "duro" pasó, como es habitual, a saludar a cada uno de los periodistas que viajan con él.
Cuando llegó el turno a Díaz, al oído le contó al Papa que cuando era pequeño oyó a su mamá, una madre soltera, que no podía pagarle el traje para hacer la Comunión y entonces salió a la calle a ganarse unos pesos como limpiabotas.
Después pidió permiso al pontífice mexicano y se arrodilló para, con un cepillo y un paño, sacar brillo a los zapatos negros del Papa.
Como tantos miles de mexicanos después emigró a Estados Unidos y ahora trabaja en el campo de la óptica fabricando lentes, pero ha fundado la radiotelevisión católica "El Sembrador", muy seguida por los inmigrantes latinoamericanos.
Como ferviente católico, Díaz preguntó al Papa qué podían hacer los laicos para ayudarle y Francisco les invitó "a salir de las cuevas".
Francisco recibió hoy multitud de regalos, libros, dulces, música y un sombrero mexicano con bordados de su imagen, la de la Virgen de Guadalupe, y el mapa de Latinoamérica, que había sido entregado por una familia mexicana durante el viaje a Cuba.
Otro periodista mexicano le entregó un par de zapatillas de deporte para que fuese más cómodo en este viaje, "ya que tendrá que andar mucho".
Pero seguramente el regalo que más tocó el corazón de Jorge Bergoglio fue el paño y el cepillo de aquel "niño" que quería hacer la Comunión.