Este Día del Padre los regalos y las tarjetas serán sustituidos por luto y lágrimas en la casa de Elizabeth Pérez, luego de que el pilar de la familia se convirtiera en una de las once víctimas de un contrato anómalo que el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) otorgó a Droguería Pisa para la prestación del servicio de diálisis peritoneal.
Más conocido como “don Beto”, el padre de doña Elizabeth, Perfecto Pérez, no solo cumplió con mérito la labor de criar a sus tres hijas, también fue un padre para sus nietos y hasta hace unas semanas, para su bisnieto.
A pesar de llevar con garbo 88 años y padecer insuficiencia renal crónica, era común verlo en una hamaca de su casa conversando con su familia y vecinos, mientras tomaba un tiempo para refrescarse por el característico calor de Puerto Barrios, Izabal.
Aunque tuvo que dejar atrás la agricultura, su padecimiento no le impedía preocuparse por cuidar de las flores que sus hijas conservaban en su hogar. Además, como el hombre paternal que solía ser, aprovechaba algún momento del día para visitar al integrante más joven de su familia.
Elizabeth Pérez recuerda que el vinculo entre su padre y su familia creció luego que su madre falleciera en 1992 y él se hiciera cargo del cuidado de sus hijos.
Explica que siempre les decía que si debían trabajar, él podía hacerse cargo de sus nietos. “Me acuerdo que cuando regresaba del trabajo, estaba en la hamaca cuidando a mis hijos”, relata doña Elizabeth.
El calvario de “don Beto” empezó cuando estaba por cumplir 80 años. Entonces, presentaba síntomas que eran amainados con medicamentos y fue hasta que su padecimiento se agudizó casi 7 años después, cuando decidió revelar la enfermedad a sus hijas.
Elizabeth explica que ella fue quien acompañó a su papá durante su primera visita a las clínicas de la multinacional Baxter, empresa que durante 6 años ofreció el servicio de diálisis peritoneal a los afiliados del Seguro Social.
La capacitación para llevar a cabo la minuciosa tarea de una diálisis duró varios días, indica Elizabeth. “Los enfermeros de Baxter no nos dejaron ir hasta que estuvieron seguros que podíamos hacer bien la diálisis”.
Por un año y 6 meses, “don Beto” logró tener una vida normal a pesar que cuatro veces al día debía hacer una pausa para realizarse el tratamiento.
Tras conseguir la adjudicación de un contrato de 116 millones 227 mil quetzales, en diciembre de 2014, el cuidado de más de 530 pacientes renales del IGSS pasaron a manos de Pisa.
El cambio en la calidad del servicio fue notorio, según la hija de don Perfecto. Para comenzar, Elizabeth comenta que la inducción proporcionada por la nueva empresa, el 2 de febrero de 2015, fue breve y poco específica, bajo el argumento de que ellos ya conocían el procedimiento. Este fue uno de los detalles que le provocó desconfianza. También sospechó porque al inicio, los responsables de Pisa le confesaron a los pacientes que el IGSS no les había trasladado los expedientes con el historia de los pacientes y porque quienes le atendieron no eran médicos ni enfermeras, sino "licenciados". Comenta doña Elizabeth: "¿Acaso yo estaba peleando en un tribunal para que me atendieran licenciados? Nosotros esperábamos médicos y enfermeras".
De inmediato, don Beto empezó a experimentar molestias al recibir la diálisis de Pisa, el 2 de febrero.
El semblante alegre que caracteriza a doña Elizabeth cambia cuando describe el deterioro que sufrió su padre en poco más de un mes, hasta llegar la punto de ya no poder caminar y sostener su cuerpo erguido.
El 9 de marzo, durante la última cita en las instalaciones de Pisa, doña Elizabeth afirma que pese a que su progenitor le dijo al médico que se sentía mal, que tenía mucho dolor en la herida y picazón en la espalda. El médico recetó: "échale calamina".
Los días posteriores, don Beto colapsó y fue entonces cuando lo trasladaron al IGSS de la zona 9, en donde empeoró y 10 días después, dio su último suspiro, el 26 de marzo de 2015.
Al igual que los Pérez, hay al menos 11 familias más que experimentaron el dolor de la pérdida de un ser querido a causa de peritonitis, esto luego que las autoridades del IGSS adjudicaran el contrato anómalo.
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Al ser cuestionada sobre qué esperaría del proceso judicial que dio inicio este viernes 22 de mayo, doña Elizabeth responde con otra interrogante: "¿Cuánto cuesta una vida?". Destaca que el IGSS y Pisa les quitaron lo más preciado para sus familias y que por lo mismo espera que se haga justicia en este caso y se evite que más pacientes mueran.