Según el informe "Empleos para Crecer 2015" del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), los altos costos de formalizar a un trabajador podría ser el factor principal que le pone freno al empleo en la región, siendo los países de Honduras y Nicaragua en donde el problema es más latente, ya que representan los países latinoamericanos en donde los costos para generar empleo formal son más altos. El informe es un diagnóstico detallado sobre los mercados de trabajo de América Latina y el Caribe, el cual ofrece recomendaciones sobre políticas laborales para atajar la informalidad y potenciar la productividad de la región.
El estudio apunta a que los costos para formalizar a un trabajador son demasiado elevados respecto a su productividad, al considerar que el promedio para formalizar a un trabajador en la región representa el 39% de lo que producirá.
El costo mínimo de contratar a un trabajador de manera formal incluye el salario mínimo (que abarca la contribución a la seguridad social del empleado), los costos de seguridad social que corresponden al empleador, los costos de aguinaldo y vacaciones y los potenciales costos de despido y representa en promedio, un 39% del producto interno bruto (PIB) por trabajador en la región.
El informe "Empleos para Crecer 2015" del BID, da cuenta que la tasa de desempleo promedio ha descendido de un 9% en 2003 a un 6% en 2013. En países como Bolivia, Ecuador, El Salvador y Guatemala, la falta de empleo es practicamente inexistente, con tasa por debajo del 4%.
No obstante hace la salvedad de que el empleo informal abarca entre un 35 y 45% de la PEA, lo que a su vez se traduce apenas a un 20 por ciento de trabajadores que cotizan en el seguro social. Según el estudio, el costo de la creación de fuentes de trabajo significa aproximadamente 50% del PIB por trabajador.
Según la Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos 2 (ENEI 2) del 2014 publicada en abril del 2015 por el Instituto Nacional de Estadística (INE), hasta noviembre del 2014, la tasa de desempleo nacional el Guatemala era de un 2.9%, mientras que la Población Económicamente Activa (PEA), conformada por personas de 15 años en adelante, estaba compuesta por 6 millones 316 mil 005 personas, donde el 65% eran hombres y el 35% mujeres.
El Informe Estadístico del Comportamiento de la Afiliación al Régimen de la Seguridad Social del mes de mayo de este año del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), da cuenta que el número de afiliados cotizantes hasta finales de dicho mes ascendía a 1 millón 263 mil 494.
Aunque los datos comparativos tienen seis meses de diferencia, es contrastante la cantidad de la PEA en relación a la cantidad de afiliados reportados por el IGSS, donde podemos identificar claramente la brecha existente entre la población que cuenta con un empleo formal, de quienes se dedican a labores en el sector informal.
En los países con ingresos más altos este costo mínimo se ubica entre el 11% (en México) y el 24% (en Brasil), pero en otros, como Nicaragua o Paraguay, llega al 70%, y en Honduras supone más del 100% del PIB por trabajador. Alrededor del 70% de esos costos son salariales (salario mínimo), mientras que el 30% adicional corresponde a costos no salariales que derivan de las contribuciones a la seguridad social y otros tributos que le corresponden al empleador.
De los 20 países de América Latina, los centroamericanos se ubican más allá de la media tabla, Panamá se ubica en el número 9, El Salvador como el número 10, Costa Rica en el puesto 11, Guatemala en el 16, Nicaragua en el 19 y Honduras en el 20. Este factor además se une a una alta rotación laboral , ya que sólo dos tercios de los trabajadores de la región permanecen más de un año en el mismo puesto de trabajo, frente al 85% en los países de la OCDE.
El círculo vicioso de la baja productividad.
“Los costos salariales y no salariales, en relación con la productividad, son un 50% más altos en América Latina que en el promedio de los países de la OCDE”, indica el informe del BID. “Los altos precios laborales, respecto a lo que los trabajadores producen, y la baja inversión en capital humano son factores que favorecen el empleo precario”, destaca el informe.
La publicación concluye que una educación de baja calidad y la alta rotación de los trabajadores propician relaciones laborales muy frágiles, en las que las empresas no invierten lo suficiente en la formación continua de sus empleados. Así, se perpetúa un círculo vicioso de empleos de mala calidad y baja productividad del trabajo del cual es difícil escapar.
En América Latina y el Caribe, la productividad del trabajo sólo ha crecido un 26.6% desde 1990, un crecimiento lento respecto a zonas como Asia (85.2%), Norteamérica (37%) o Europa Occidental (31.2%).
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Con información de: revistasumma.com