Los rumores de que varios parlamentarios intentarán remover a Mario Taracena de la presidencia del Congreso se hacen más fuertes. Los diputados Luis Rabbé (Lider), Estuardo Galdámez (FCN) y Francisco Tambriz (Alianza Ciudadana) se han mostrado abiertos a votar para que Taracena deje la primera curul por considerar que "es abusivo en el trato a los diputados".
Sin embargo, ninguna ley guatemalteca establece expresamente un método para desaforar al Presidente del Legislativo.
El 6 de septiembre de 1993, cuando hubo una depuración en el Congreso tras el "Serranazo" una fracción del mismo desconoció al Presidente José Fernando Lobo Dubón y designó a Arturo Soto Aguirre. Sin embargo, la Corte de Constitucionalidad amparó a Lobo Dubón quien regresó al cargo argumentando que él estaba electo para un periodo de un año.
Según el constituyente, Gabriel Orellana, se podría tomar como base el artículo 165 de la Constitución Política de la República que establece que el Congreso puede declarar incapaz mental o físico al Presidente de la República, "aunque solo la discusión de si aplica para el presidente del Congreso puede demorar varios meses".
En ese caso, 105 diputados tendrían que votar en el hemiciclo para pedirle al Colegio de Médicos que integre una comisión de cinco galenos para evaluar a Taracena y cuando tengan el dictámen tendrían que volver a votar.
Este método se utilizó en 1920 para que Manuel Estrada Cabrera dejara la presidencia de la nación.
El expresidente del Centro para la Defensa de la Constitución (CEDECON), Mario Fuentes Destarac, considera que Taracena no podría ser removido sin una causa justificada.
Roberto Alejos, expresidente del Congreso y constituyente, coincide con Fuentes Destarac en que legalmente no existe forma de remover a Taracena.
El 1 de agosto 2008, la jefa de la bancada Patriota, Roxana Baldetti, encabezó el movimiento que le pidió la renuncia a Eduardo Meyer. En esa ocasión, los 11 jefes de bancada se reunieron y acordaron pedirle al Presidente del Congreso que dejara su curul, lo que se concretó una semana después.
Este movimiento ocurrió luego que se revelara que Meyer había utilizado 82.8 millones de quetzales de los ahorros del Congreso para invertir en la financiera “Mercado de Futuro”, fondos que nunca regresaron a las arcas estales.