“Silencio por favor“, ordenan los rescatistas. El jefe de la misión pide de nuevo silencio absoluto. En el escenario de la tragedia, conmocionado por las familias que buscan a los desaparecidos, suenan silbatos para que todos permanezcan en silencio. Incluso apagan los motores de la maquinaria que realiza labores de descombro. Justo en ese lugar se escuchan voces de auxilio. La tensión se incrementa y los especialistas en interevención de desastres ejecutan el trabajo para el que han sido entrenados.
Las imágenes son desagarradoras. Personas buscan a sus familiares y cooperan con los rescatistas para que la labor sea menos complicada. Los teléfonos son fundamentales porque algunos dicen que sus seres queridos les han llamado o enviado mensajes de texto. Los perros también realizan su trabajo por amor a sus amos.
Este caso se repite en varios sectores de la zona devastada por un derrumbe, el lugar conocido como El Cambray II, en Santa Catarina Pinula, donde 125 casas fueron soterradas y más de 500 personas, según la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), han sido afectadas; al menos cinco muertos se han localizado de 100 desaparecidos.
En el lugar se observa un panorama lleno de angustia por encontrar a los soterrados y de luto por las víctimas mortales.
Búsqueda incansable
Mónica Quintanilla, de 20 años, busca a sus dos primos, de 12 y 15 años de edad, a quienes el alud se llevó. La madre de los chicos no estaba en la casa cuando pasó el desastre.
Los bomberos han mencionado que no se retirarán del lugar hasta localizar al último desaparecido y confían que el clima les favorezca para que las tareas sean menos complicadas en un terreno saturado por la lluvia.
*Con información de Roberto Caubilla/Soy502