El miércoles 4 de febrero de 1976, a las 3 de la mañana, los guatemaltecos despertaron en medio de un fuerte temblor que terminó por convertirse en un terremoto de una magnitud de 7.5 grados en escala de Richter y que dejó unos 23 mil fallecidos y 76 mil heridos, además de más de un millón de personas damnificadas.
Edificios históricos sufrieron daños y con el paso del tiempo han podido ser restaurados. Casi un tercio de las edificaciones de la capital sufrieron, algunos incluso colapsaron y quedaron reducidos a escombros, lo que obligó a muchas personas a formar asentamientos en búsqueda de un lugar para poder reconstruir su hogar.
El terremoto, con epicentro en Los Amates, Izabal, tuvo fuertes réplicas de hasta 5.8, 5.7 y 5.2 grados Richter.
Chimaltenango, Chiquimula, Petén, Guatemala, Izabal y Sacatepéquez fueron de los departamentos más afectados. Las portuarias en Izabal quedaron destruidas y Chimaltenango registró 14 mil muertos.
La Catedral Metropolitana, la Iglesia de la Recolección y la Iglesia de la Ermita del Carmen, fueron algunas de las edificaciones que sufrieron fuertes daños.