Paul Walker, uno de los protagonistas de la saga Fast&Furious (Rápido y Furioso) fallecido este sábado, iba a bordo de un Porsche Carrera GT 2005, que se estrelló contra un poste de luz y, poco después, estalló en llamas. Se trata de un coupé de dos plazas y descapotable, cuenta con un frontal de grandes dimensiones y entradas de aire que lo hacen un auto ágil.
Aunque la velocidad fue un factor importante en el accidente, hay otros puntos que hacen que este automóvil sea especialmente delicado en la conducción en carretera, pues tiene tres veces los caballos de fuerza de un auto promedio y es difícil de manejar incluso para un conductor profesional, según indican los expertos.
El Carrera GT tiene una velocidad máxima de 334 kilómetros por hora y utiliza uno de los motores más potentes de toda la gama que puede desarrollar hasta 450 caballos de fuerza. Su motor está en el centro, por lo que gira más rápido que un auto con el motor al frente o atrás, como ocurre con los carros de carreras.
Otro inconveniente es que no tiene control de estabilidad, lo que lo hace implacable con los errores en deslizamientos o al tratar de evitar salirse de control. “Este vehículo no puede pasar por encima de una lata de cerveza que está botada a su lado”, dijo la compañía en una de las cartas enviadas hace casi diez años y a las que ahora tuvo acceso la prensa estadounidense.
Por último no es un vehículo al alcance de cualquiera, pues nuevo cuesta 450 mil dólares y cada cambio de aceite 900 dólares más, según el mecánico Todd Trimble de Las Vegas, Estados Unidos. Su precio actual sería superior a los US$500 mil, debido a que la línea ya no se fabrica y quedan pocos en el mercado.
En Guatemala no existe ningún modelo de este tipo ya que el constructor solo fabricó poco más de mil 200 unidades, de las cuales 604 fueron vendidas en Estados Unidos.
Paul Walker fue capacitado para conducirlo en la segunda entrega de Rápido y Furioso, por el corredor de autos Randy Pobst, quien explicó que el actor fue uno de sus mejores alumnos.
