Para el narcotraficante guatemalteco Byron Linares Cordón, la vida en EE.UU. como un reo condenado por narcotráfico resultará más corta que su vida como prófugo en Guatemala. El 8 de junio de 2011, sorprendió su captura en Sololá. Las autoridades tenían ocho años de buscarlo: primero por lavado de dinero; después, por un pedido de extradición. Ahora sorprende más que será excarcelado el 22 de julio próximo, según el Buró Federal de Prisiones en EE.UU. Su deportación, que ocurrirá en cuanto salga libre, lo devolverá a Guatemala en menos tiempo del que permaneció huyendo de las autoridades en el país, y del que estuvo detenido peleando su extradición, ocurrida en 2014.
En 2003, el Ministerio Público vinculó a Linares con el hallazgo de un narcobotín en la zona 14 capitalina: 14 millones de dólares en efectivo. Según el Departamento de Justicia de los EE.UU., Linares era uno de nueve acusados en una estructura que lideraba el guatemalteco Otto Herrera García. Este sujeto alquilaba la casa donde estaba el dinero y era uno de los 41 lavadores de dinero y narcos más buscados por el país norteamericano. Su estructura sirvió como una de varias bisagras entre los carteles de Sinaloa y Cali hasta la captura de Herrera en Bogotá en 2007. Seis años después, el líder era un hombre libre.
Linares recibió una condena similar: 7 años. Lo sentenciaron hasta el 10 de noviembre de 2016, cuando llevaba cinco años preso (tres en Guatemala y dos en EE.UU.). Luego, el Buró Federal de Prisiones consideró que solo le bastaba un año más y lo excarcelará en julio próximo. Linares, preso en Taft, California, también recibió una multa de 100 dólares (unos 750 quetzales).
En el caso de Linares, que lleva una fiscalía especial en Washington, D.C., también están procesados Waldemar Lorenzana Lima y sus hijos Elio y Waldemar Lorenzana Cordón (extraditados en 2014 y 2015). El caso del padre se empantanó porque la defensa alega que Lorenzana Lima padece la enfermedad de Alzheimer y requiere cuidados especiales. Los hijos, hallados culpables, aún no reciben sentencia e intentan revertir el fallo.
Estos casos no son los únicos con sentencias cortas. En octubre de 2010, Otoniel Turcios Marroquín fue capturado en Belice y enviado a Nueva York. Fue excarcelado cuatro años y ocho meses después: el 2 de julio de 2015. En Guatemala, las autoridades lo vinculaban a Los Zetas en Alta Verapaz, pero nunca lo capturaron. Turcios también fue contratista del Estado durante la administración de Álvaro Colom (2008-2012).
En otro caso, una fiscalía en Miami, Florida, logró la extradición del guatemalteco Raúl Contreras Chávez por narcotráfico. En Guatemala, su captura en noviembre de 2015 escandalizó porque le encontraron 22 piezas de arte colonial robado. Lo extraditaron en abril de 2016 y una corte de EE.UU. lo condenó a un año y medio de cárcel.
- QUE NO SE TE PASE:
“Los acusados por narcotráfico pueden recibir hasta un 60 por ciento de reducción en su condena si colaboran con la justicia y muestran buen comportamiento”, afirma Michael Vigil, exjefe de Operaciones Internacionales de la DEA (Administración Anti Drogas de EE.UU.). También deben declararse culpables para agilizar su sentencia. Este fue el común denominador para Linares, Turcios y Contreras.
Cuando Turcios fue enviado a EE.UU. en 2010, otro guatemalteco llevado a Nueva York por el mismo caso, Jorge Mario Paredes Córdova, se había declarado no culpable, pero una corte lo condenó a 31 años de cárcel. Una modificación a la ley de condenas le redujo la pena en 10 años. Paredes está en una prisión de Louisiana, de donde saldrá hasta 2029.
- PODRÍA INTERESARTE:
Los documentos en las cortes estadounidenses revelan que estos sujetos delinquieron en Guatemala al recibir droga de Sudamérica y enviarla a México, pero no se les capturó para juzgarlos en tierras guatemaltecas. Un funcionario del Ministerio de Gobernación (Mingob) indicó que cuando EE.UU. los pide, el Gobierno se abstiene de una persecución penal para no entorpecer la extradición. En el caso de Contreras, la Fiscalía de Narcoactividad afirma que no lo han investigado. La Secretaría de Asuntos Internacionales lo ubicó por el pedido de extradición, pero no llevó una persecución penal para juzgarlo en suelo guatemalteco. Algo similar ocurre con Linares: su extradición interrumpió su acusación por lavado de dinero.
Según Helen Mack, excomisionada de la Reforma Policial, EE.UU. tramita los procesos conforme a sus leyes con una figura similar a la del colaborador eficaz. “Lo que sucede [después] es un problema de ineficiencia en Guatemala”, dice refiriéndose a cómo las autoridades tomaron ocho años para ubicar a Linares. “Cuando los deportan, acá debiéramos estar listos para capturarlos por los delitos que cometieron aquí, pero la falla es nuestra por el acomodo de [pensar] ‘ya está extraditado, ya se fue, y EE.UU. se encarga’. Aquí no están listos [para reaccionar]”.