En un remoto lugar, adentrándose en las selvas del departamento de Petén, existe un poblado llamado Uaxactún. Es el hogar de no más 900 personas entre las que destaca Neria Virginia Herrera. Es casi una celebridad en aquella aldea, ubicada a 23 kilómetros del parque arqueológico Tikal, pues logró rescatar 565 piezas arqueológicas de manos de saqueadores ella sola.
Para llegar a la aldea, se debe recorrer un largo camino de terracería que en temporada de invierno es casi intransitable. La comunidad tiene una escuela primaria, una telesecundaria, un solo teléfono y un único edificio con internet, ambos satelitales, que dicho sea de paso, es la única señal que llega.
Doña Neria tiene un comedor y es la dueña del único hotel del lugar. Sentada, mientras usa su sombrero como abanico exclama: “Yo llegué al pueblo a trabajar como maestra”. Se estableció con su esposo en Uaxactún en la década de los ochenta, cuando el saqueo era una práctica muy habitual.
Junto con su esposo abrieron una tienda en la que compraban tanto locales como visitantes. Sus clientes se dedicaban principalmente a extraer chicle, no obstante algunos otros eran depredadores de la selva, mejor conocidos como “bucheros”, que roban piezas arqueológicas y cazan.
Cuando se dio cuenta de la cantidad de piezas que los depredadores estaban extrayendo, Doña Neria empezó a tratar de persuadirlos para que se las dejaran a ella. “Yo me hice amiga de ellos y les decía cuando tengan una pieza que no tenga mucho valor para ustedes tráiganmela”, recuerda.
Atendiendo su solicitud y debido a la amistad que había logrado entablar con algunos de ellos, los saqueadores les traían piezas. Ella se las cambiaba por productos de su tienda. Principalmente eran las cervezas y las botellas de aguardiente su principal moneda de cambio.
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De esta forma, con el tiempo llegó a tener 97 piezas, que con ayuda de una amiga arqueóloga registraría ante la Dirección de Patrimonio Cultural y Natural del Ministerio de Cultura y Deporte. Finalmente en 1997 abrió un museo en su casa.
Su colección siguió creciendo, con la colaboración de los visitantes y vecinos que confiaban al cuidado de Doña Neria las piezas que encontraban. Actualmente su colección es bien conocida en el ámbito. Incluso varias de sus piezas se han expuesto en Holanda y más recientemente en Alemania.
- AQUÍ SE EXPONEN ALGUNAS DE SUS PIEZAS:
¿Qué motivó a Doña Neria a proteger estas piezas? Ella explica que “son parte de nuestra cultura. Debemos proteger y sentirnos orgullosos de lo que la civilización maya significó para la humanidad”.