El barrio "El Pescador", en Sayaxché, Petén, luce desolado. Los pescadores no están allí. Unos se marcharon a San Benito para manifestar frente a la sede del Ministerio Público (MP) en busca de respuestas a las demandas presentadas por la contaminación del Río La Pasión.
Otros, una minoría, están "río abajo" sobre sus cayucos, levantando los peces muertos que aún aparecen en la superficie de La Pasión. Ya nada puede ser tan malo como lo que vivieron en los primeros días de junio: han levantado con sus manos miles de peces muertos. Llenaron cientos de costales con cadáveres y los sepultaron cerca del vertedero municipal para evitar una crisis sanitaria.
Las calles de ese barrio, que debe su nombre al oficio de los pobladores, están desiertas. Las mujeres, intranquilas, se comunican por teléfono con sus parejas cada hora. Las preguntas son las mismas: "¿siguen apareciendo peces muertos en el río?, ¿qué dijeron los del MP?, ¿ya se sabe qué fue lo que envenenó el río?". Y simplemente, no hay respuestas. Las más de 200 familias que habitan en ese sector de Sayaxché solo saben que los congeladores donde guardaban los filetes de pescado, hoy están vacíos y eso significa que tampoco habrá dinero para reinvertir ni para cubrir los gastos del día.
De acuerdo con Manuel Ixquiac, acuicultor del Centro de Estudios del Mar y Acuicultura, se calcula que las pérdidas para la comunidad se traduce en un millón de quetzales tras la pérdida de 40 toneladas de peces.
La dinámica en ese sector de Sayaxché funciona así: los hombres salen a pescar en la madrugada, y la venta de ese producto es el negocio y fuente de ingreso de las mujeres. Pero también hay mujeres pescadoras, como lo fue doña Rebeca, la vendedora de pescado más conocida en Sayaxché, y quien es la única que mantiene su puesto en la calle, frente a la Municipalidad, pero los baldes ahora están llenos de pollo.
"De algo tenemos que comer... con la muerte del río, prácticamente nos han matado a los que vivimos de él". Doña Becky, como la conocen en el pueblo, es distribuidora de pescado para comercios y restaurantes de la zona. Así, sacó adelante a su familia y pagó el estudio de sus hijos.
"Todos dependemos del río, desde los pescadores hasta los que ahora vendemos trasmallos y equipo de pesca", dice Evaristo Carmenate, quien ha tomado el liderazgo del grupo de pescadores en esta crisis ambiental.
Durante más de una semana la pesca ha estado vedada en el municipio, pese a que el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Agricultura (MAGA) no ha emitido una comunicación oficial sobre el tema. Entre los pescadores se comenta que hubo rumores de hasta cinco años de veda, algo impensable para una comunidad que depende del río.
José Marcucci, ministro de Agricultura, dice que aún evalúan toda la información disponible para establecer las características de la veda y que se decidirá en las mesas interinstitucionales.
Toda la cuenca sufrió daños
En el Centro de Operaciones de Emergencia, de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), instalado en Sayaxché, hay un mapa y un cuadro en el pizarrón que detalla el censo de familias afectadas en las comunidades que se ubican a orillas del río.
El Pato, la más cercana a las fosas de oxidación de la empresa Reforestadora de Palma S.A. (REPSA), posee el mayor número de personas afectadas.
Roy Flores, delegado del Ministerio de Salud en Sayaxché, explica que un 7 por ciento de las comunidades alrededor del río tienen el pescado como parte de su alimentación, pero para la mayoría, como ocurre en el barrio "El Pescador", lo que produce el río es su medio de subsistencia.
Y en otros casos, mientras es época de cosecha de maíz y frijol, el pescado forma parte de la alimentación.
¿Qué se murió en el río?
El Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap) destacó un equipo en el área apenas se supo de la tragedia ambiental. Con escasos recursos, una lancha en malas condiciones, combustible limitado, han llevado a cabo la tarea de documentar las especies que murieron en la contaminación masiva del río. Hasta ahora, se encontraron restos de 23 especies y de ellas, cinco son parte del Listado de Especies Amenazadas en Guatemala (LEA).
Rafael Ceballos, delegado de Conap en Sayaxché, explica cómo su labor en la zona ha cumplido diferentes etapas. La primera fue cuantificar y determinar qué murió en el río. La segunda ha sido documentar, tras el momento más crítico, que especies sobreviven y su estado. Todas estas muestras se envían a la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacia, de la Universidad de San Carlos, para que sean analizadas y saber exactamente qué ocurrió en el Río La Pasión.