La cantidad de niños migrantes centroamericanos que ha pasado por los albergues de México y Guatemala aumentó cerca de un 200% en los últimos siete meses. Aunque este crecimiento del flujo migratorio fue visible desde hace dos años para las organizaciones que trabajan con migrantes en las regiones fronterizas, la voz de alerta la dio el gobierno de Estados Unidos hasta hace dos meses, cuando colapsaron sus centros de detención.
Soy502 hizo viajó desde Guatemala hasta Ixtepec, en Oaxaca, México, para ir tras los pasos de estos pequeños, que han desatado la crisis humanitaria más importante de la región desde el final de los conflictos armados internos que asolaron Centroamérica desde los años sesenta a noventa del siglo pasado.
Estas son las conclusiones después de una semana de seguir a los niños:
1. La magnitud del éxodo es enorme
Las cifras que han recopilado las distintas insituciones que tratan con niños migrantes no concuerdan exactamente entre sí, pero todas señalan que el éxodo de niños es masivo. El Instituto Nacional de Migración de México dice que solo en lo que va de 2014 la cantidad de niños que intenta cruzar México para llegar a EE.UU. se ha incrementado en 129% . El Departamento de Seguridad Fronteriza de EE. UU., donde están colapsados los centros de detención de menores, reporta 160% de aumento de detenciones respecto al año anterior.
Solo en la Casa del Migrante de Tecún Umán, uno de los puntos fronterizos entre Guatemala y México pasaron 170% más niños que en años anteriores, asegura Ademar Barilli, director del centro.
2. Los niños sí van acompañados
Los gobiernos de El Salvador, Guatemala y Honduras han llamado al fenómeno “migración de menores no acompañados”. Sin embargo, en el camino no se ve que vayan solos: la gran mayoría de niños van con familiares, con mujeres contratadas para el efecto o con un "coyote" que los guía hasta la frontera.
Diego Lorente, del Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova en Tapachula, confirma esto asegurando que “los niños nunca viajan solos” y además dice que más del 80% de los que viajan hacia Estados Unidos tienen familia en el lugar.
3. Las razones para emigrar
Violencia, pobreza, falta de oportunidades y reunificación familiar son algunas de las razones que se mencionan para explicar el éxodo de menores hacia Estados Unidos.
Según el periodista, Óscar Martínez, del periódico digital El Faro, y autor del libro “Los migrantes que no importan”, si la violencia fuera la razón principal de la migración de menores, éstos hubieran salido en 2009 cuando las cifras de homicidio eran un 20% mayores que las actuales en el triángulo norte de Centroamérica.
La pobreza y la falta de oportunidades aparecen como razón para migrar también en aquellas personas que dicen estar huyendo de la violencia.
“En Centroamérica un niño de 14 años ya es mano de obra laboral”, afirma Barilli.
La historia de Carlos, un niño hondureño de 10 años de apenas 1.30 metros de altura que viaja junto a sus 7 hermanos, lo confirma. Él no pensaba en llegar a Estados Unidos para estudiar o para encontrarse con su familia: simplemente quería trabajar.
El reencuentro familiar también es una constante. Según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, el 40% de los niños viajan al Norte, buscan reunirse con algún miembro de su familia y así lo confirman los testimonios de quienes atraviesan México subidos sobre La Bestia, el tren de carga en el que hacen buena parte del trayecto hacia EE. UU.
Este es el caso de Ángel, un niño guatemalteco de 5 años que viajaba junto a su madre y hermanos, que aseguraba que iba a subirse al techo del vagón del tren porque “iba a pasear” y que al llegar iba a ver a su papá.
4. Los agujeros de la ley
Los expertos también atribuyen el incremento en la migración de niños a los vacíos existentes en la legislación estadounidense.
Cuando los niños se entregan voluntariamente a la Patrulla Fronteriza, son llevados a un centro de detención temporal porque cometieron una falta legal llamada "entrada inesperada". Por ser menores, las autoridades no pueden retenerlos más tiempo y son traslados al Departamento de Salud y Servicios Humanos, quienes se encargan de localizar a sus familiares en Estados Unidos y se los entregan. El único compromiso está en llevarlos a una cita frente a un juez de migración que decidirá sin son deportados. Muchos de ellos no vuelven a aparecer frente a las autoridades.
5. Sin solución
Desde la visita del vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, a Guatemala para tratar el tema con los mandatarios de la región en junio de este año, los gobiernos han seguido enviando representantes para intentar encontrar una solución a corto plazo que permita reducir el flujo migratorio de menores.
En Guatemala incluso se ha llegado a proponer perseguir penalmente a los padres de aquellos niños que sean enviados hacia Estados Unidos.
Alejandro Solalinde, director de albergue "Hermanos en el camino" en Ixtepec, Oaxaca y quien lleva más de 9 años trabajando en defensa de los derechos de los migrantes, asegura que no existe ninguna solución a corto plazo y que "la gente seguirá huyendo de su país mientras no existan condiciones para vivir ahí".
Mientras tanto los migrantes, adultos y niños, seguirán arriesgando su vida a bordo del techo de un tren de carga que podría mutilar alguna parte de su cuerpo, en caminos donde pueden ser extorsionados, asesinados o pueden incluso desaparecer. Pero la esperanza de estar juntos y encontrar una mejor vida los seguirá motivando a cruzar fronteras.