Regresó a Guatemala cerca de la media noche el lunes, tras casi un mes fuera de casa, preparándose para los Juegos Olímpicos de Rio 2016. Durmió pocas horas y a las 6 de la mañana estaba listo para asistir junto a su familia a la entrega de víveres, juguetes y dulces en la comunidad maya El Tabacal, ubicada en Escuintla. Se trata del campeón panamericano de Pentatlón Moderno, Charles Fernández, quien sigue demostrando con sus acciones que posee un corazón de oro, más allá del deporte.
Sonriente y con la ilusión de poder llevar alegría, sobre todo a los niños, el mejor pentatleta de América inició su día.
“Vale la pena poder compartir con esta comunidad, ellos han luchado mucho por tener sus tierras y vivir una vida digna. Lo menos que uno puede hacer con las bendiciones que recibe de Dios es compartirlas y tratar de ser útil”, dijo Charles.
Desde los cinco años, junto a sus padres, quienes dirigen el Ministerio Casa de mi Padre, conocieron la Finca el Zapote y posteriormente a los pobladores de El Tabacal, quienes debieron de dejar su vida en el departamento de Quiché, agobiados por los desastres que dejó la tormenta Stan y buscaban dónde comenzar otra vida.
“En principio ellos vivían entre el campo abierto, en casas improvisadas, sin luz, agua u otras servicios. Gracias a las misiones y a su apoyo económico poco a poco se pudo cambiar el futuro de estas 50 familias”, comentó con entusiasmo Charles.
Hoy, El Tabacal es una comunidad organizada, que además de recibir el apoyo de los misioneros, ha conseguido por medio del Fondo Nacional de Tierras y con mucho trabajo y sacrificio, comprar los terrenos en donde viven y algunas parcelas que cultivan.
Pese a que aun faltan algunos servicios en esta comunidad, sobra esperanza, ganas de trabajar y salir adelante, una visión que es compartida por los esposos Carlos y Heidi Fernández, los padres de Charles, quienes desde hace diez años han colaborado llevando jornadas médicas y buscando el apoyo para El Tabacal y otras comunidades en el país.
Un visitante
Los niños fueron los primeros en reconocer al visitante, “hola, Charly”, le dijo con una sonrisa el pequeño Martín, un niño de El Tabacal, quien no dudó en estrechar la mano del pentatleta.
Los mayores de la comunidad también reconocieron y saludaron a Charles, quien vivió un momento emotivo cuando pastor de la comunidad, micrófono en mano, pidió un fuerte aplauso para el muchacho que está poniendo el nombre de Guatemala en los más alto.
“Nos hemos enterado por las redes sociales que un tal Charly está llevando en lo alto a Guatemala. Sentimos mucho orgullo por él, porque lo hemos visto crecer y aunque en principio eran unos extraños, hoy son parte de esta comunidad y de esta familia”, refiró el pastor Manuel Riqué.
Los aplausos y las palabras conmovieron al campeón panamericano, quien no pudo contener las lágrimas.
“Esta es la Guatemala que amo, con la que he compartido y a la que me gustaría ayudar más y que más gente los conociera y los apoyara”, dijo.
“Con fe en Dios uno puede lograr sus metas y sus sueños. Busquen a Dios y poco a poco verán como se llega lejos”, dijo a los niños el deportista de 20 años.
Llegó la hora de entregar los obsequios, los juguetes y los dulces, concluyó el servicios religiosos que duró una hora y era el momento de volver, no sin antes prometer que regresarán.
“Esperamos verlos el otro año. Ya solo queda una semana”, exclamó Carlos Fernández, padre de Charles.
No faltó la fotografía del recuerdo y a eso de las dos de la tarde, Charles y su familia regresaron a casa.
Fernández tiene poco tiempo para descansar pues este miércoles 23 de diciembre vuelve a los entrenamientos pensando en un gran día: el 20 de agosto de 2016, el día en el que representará a Guatemala en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y a donde lo acompañarán los aplusos y deseos de la comunidad maya quiché El Tabacal, que esperará con ansias buenas noticias de Charly, como todo el pueblo lo conoce.