Un reportaje del diario español El País reveló la forma en que transcurren los días de Joaquín "El Chapo" Guzmán Loera en el penal de Ciudad Juárez. El jefe del cártel de Sinaloa se encuentra solo y entre sus pertenencias tiene un tablero gris metálico y negro, en el que juega al ajedrez en su celda.
En esa habitación blindada, el mayor narcotraficante del mundo ve correr el tiempo antes de ser extraditado a Estados Unidos. La celda es pequeña. No más de seis metros cuadrados. Hay un lavamanos metálico, una taza, dos rollos de papel higiénico y, en una esquina, una cama con un antifaz que "El Chapo" usa para dormir.
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Hace dos meses que se encuentra en esa prisión después de sacarlo de la cárcel de El Altiplano. Esposado de pies y manos fue enviado de noche y sin mayores explicaciones al penal de Ciudad Juárez
En El Altiplano, las reuniones de "El Chapo" con los abogados y las visitas a la enfermería obligaban a sacarle del perímetro central. Esos paseos fuera del anillo blindado ofrecían un punto de fuga.
Su fuga el 11 de julio de 2015, utilizando túneles, bastó para que las autoridades decidieran su traslado. En Ciudad Juárez se copió el blindaje de El Altiplano. En el interior, 75 agentes se dedican exclusivamente a su custodia; en el exterior, 600 policías y soldados.
El Chapo ha utilizado su tiempo libre para leer. El Quijote, Una vida con propósito (del pastor evangélico Rick Warren) y últimamente El caballero de la armadura oxidada (una obra de autoayuda del empresario estadounidense Robert Fischer) son los libros que han pasado por las manos del capo.
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Los libros los guarda "El Chapo" en la mesa, entre el tablero y los papeles de su extradición. A decir de las autoridades de la Procuraduría General de la República (PGR), su envío a Estados Unidos es inevitable.
Nada se ha dejado al azar, ni siquiera su intimidad. Las cámaras le siguen continuamente. Graban sus movimientos y los de sus guardias.
El Chapo lo sabe. Habla poco. Sus abogados han denunciado sus condiciones de aislamiento. “El trato es cruel, inhumano y torturante; puede acabar con su vida”, sostienen.
Los encargados de su custodia aseguran que se encuentra bien, aunque admiten que se evita por todos los medios que entre en contacto con los guardias.
Cada vez más aislado, los abogados de Guzmán Loera difunden que están dispuestos a negociar con Estados Unidos. “Si hay acuerdo, retiramos los recursos”, señala su abogado. Pero Washington ya ha dejado claro que antes de cualquier paso, el preso tiene que entrar en su territorio y declararse culpable. Las salidas se agotan. El reinado del narcotráficante más grande llega a su fin.
*Tomado de El País